A pesar de las multas y la vigilancia permanentes, los vendedores informales continúan ocupando aceras y calzada. Hay molestia entre los moradores de las zonas conflictivas, por la interrupción del paso. En este año van 172 sancionados. El acceso a su propio garaje no deja de ser incómodo para Alberto Salazar. En la calle Emilio Bustamante Andrade, en Cotocollao, norte de Quito, donde vive, los comerciantes de todo tipo se han tomado las aceras. El paso vehicular y peatonal ya resulta limitado, por lo que ha tenido enfrentamientos un par de veces.
“Se creen dueños de la vereda. Uno tiene que bajarse y pedir que se muevan para guardar el carro y encima se enojan”, afirma Salazar. También denuncia que los vendedores dejan esos espacios sucios y llenos de desechos. El hombre, de 42 años, añade que las autoridades hacen caso omiso de las denuncias ciudadanas y solo se “pasean de arriba a abajo” hasta las 17:00, que se retiran.
La Agencia Metropolitana de Control (AMC) identifica dos formas de mal uso del espacio público: los informales que se ubican en las veredas y bloquean el paso con su mercadería; y los dueños de negocios autorizados que sacan publicidad, parlantes o productos afuera del local. Ambas actividades están prohibidas y son sancionadas.
Por ejemplo, cuando el dueño de una local obstruye el paso, la multa es de USD 100 por uso indebido del espacio público. En cambio, cuando se trata de vendedores que trabajan sin permiso, la multa es del 50% de un Salario Básico Unificado (SBU), es decir USD 212,50.